A ratos llegan esos golpes de inseguridad...
esos alimentados por puros malos pensamientos,
solo por ridículas palabras y falsos estigmas...
a veces sólo puedes gritar con la boca cerrada
y disimular una pequeña lágrima que corre por tu cara...
en esos momentos temes,
temes por tu día,
temes por tu felicidad, que a ratos no es más que ilusoria...
por que tú dices “estoy bien, estoy súper bien”
mientras corre sangre por tus brazos,
mientras lloras de reojo y esperas un milagro
que la verdad, tampoco aceptarías...
pues te veo sólo sentada,
acurrucada a los brazos del miedo,
del vacío de haber perdido tanto...
llega entonces la melancolía
y se lleva consigo las buenas horas de este nuevo día.
Tú vuelves a suspirar cada vez más resignada a perder,
sólo a ser...
a ser un ser sin nombre ni apellido,
a fatigarte de ideas locas y recurrentes,
a decir basta, sin siquiera alzar la voz...
a decir “no más” con una falsa, pero creíble sonrisa en tu rostro...
a ser un muñeco,
uno de trapo que cayó de la cama
y que al parecer olvidaron recoger